jueves, 20 de agosto de 2009

LA IGLESIA

En Santo Domingo de Guzmán la Iglesia es el elemento central del parque, como en todos los pueblos. Fue fundado en 1778, y fue erigido municipio en 1814. Su iglesia fue declarada distrito parroquial antes de que la población fuera municipio, en 1811. Está consagrada a Santo Domingo de Guzmán, quien fuera contemporáneo de San Francisco, en el siglo XII.

Desde afuera
Este templo tiene el color blanco durazno, y da una sensación de calidez en medio del frío dominicano. Al frente, en el atrio, hay dos muros revocados con adornos rojos que la separan del resto del parque. El frontis está adornado con columnas dóricas, un poco más claras que el resto de la estructura. Dos torres cuadradas con vitrales de cruces, y sin agujeros para que salga el sonido de las campanas, dominan la estructura, que consta de cinco puertas de cuatro paneles cada una, adornadas con cruces de color oro en el centro y rebordes del mismo color en los paneles.

Este templo no tiene puertas laterales, al estar ubicado varios metros por encima del nivel de la calle por un lado y tener la casa cural por el otro. Dos de las entradas están a los lados de la fachada, como si custodiaran a las otras tres, que están en el centro de la estructura, un poco mas hacia adentro, en una especie de porche sostenido por dos columnas.

La puerta central es de mayor altura que las otras cuatro, en ella se ven los tetramorfos, símbolos de los cuatro evangelistas tallados y pintados, y distribuidos de manera vertical en las dos alas de la puerta, separados pro una imagen de un barco: El águila de San Juan y el toro de San Mateo en la izquierda; el becerro de San Lucas y el león que representa a San Marcos en la derecha. Y así rodeado por los evangelistas se entra al templo, que tiene la estructura de los templos católicos, tres naves y un altar al fondo. Las naves de los lados no tienen sillas sino imágenes de santos, y funcionan como pasillos.

Nave central: lo tradicional
Al entrar, dos hileras de bancas dan la espalda a la entrada. La nave central, enmarcada por un arco enchapado en madera, está sostenida por columnas dóricas como las de la fachada. La poca luz que entra por los vitrales que muestran a los santos se refleja en los muros, pintados del color de la leche. Estatuas de santos adornan las paredes, al igual que el vía crucis, presente en todas las iglesias católicas del país. Del techo, un entramado de tablas que forman rombos sostenido por vigas, cuelgan lámparas.

El piso es un embaldosado de hace muchos años, se reconoce por su diseño con firuletes verdes y rojos. Si se entra por cualquiera de las dos puertas de los lados del frontis se encuentra con dos escaleras en espiral, una en cada puerta, que se retuercen como serpientes constrictoras y que llevan al segundo nivel, encima del porche de las puertas centrales, donde está ubicado un órgano. Estas escaleras, sin embargo, no son de acceso público, y están cerradas con candado.

En la parte delantera, un par de metros delante del altar, y en una de las columnas del lado izquierdo de la nave central, está el púlpito, una plataforma en la que solo cabe una persona, ubicada a un metro y medio del suelo, con techo gótico de madera blanca y dorada, y una baranda de mármol en la que reza la inscripción JHS, que rodea el lugar donde antaño los sacerdotes leían el evangelio, luego de subir por unas escaleras, también de mármol.

¿Bendición desde el mas allá?
Caminando por la nave izquierda se descubre una nave de tamaño reducido, separada del resto del templo por un muro de máximo un metro de alto, con un monumento en madera en estilo gótico-barroco. En el se encuentran el niño Jesús a la izquierda, la virgen María en el centro y a otra santa, con hábito de monja, a la derecha. Arriba, en el techo, hay un mural. Tres ángeles con coronas de laurel, las alas desplegadas arrojan rosas mientras vuelan delante de unas nubes y aparentemente del Sol.

Abajo en el piso, está a lo que le arrojan las flores: la tumba del presbítero Antonio José Gómez Aristizabal, nacido en 1881, ordenado en 1906, y fallecido en 1974, “Gratitud de la comunidad dominicana” reza la placa de mármol, ubicada delante del monumento de madera. Al frente de dicha placa se encuentra la pila bautismal, una estructura de mármol tallado cubierta con una tapa de bronce coronada por una cruz, como si al bautizar a los niños dominicanos también se pretendiera que Monseñor Antonio los bendijera desde el cielo.

Altar
Al fondo del templo está el altar, enmarcado por dos columnas de mayor grosor que las demás, y coronado por una cúpula. Está un poco más elevado que el resto de la iglesia, separado de la nave central por dos escalas, que tienen baldosas diferentes del resto de la iglesia.

Al fondo del altar está el retablo, una estructura de madera, construida en estilo gótico-barroco, que se evidencia en las terminaciones en puntas y arabescos, así como en el color dorado que contrasta con el de la madera barnizada. Allí hay siete santos. Santo Domingo de Guzmán en la parte superior, encima de La Virgen, Jesús y San José, cada uno en un cubículo. Y como base, otros cuatro santos y el sagrario, una caja de color oro con un dosel del mismo color bajo el que yace una cruz.

La mesa está en el centro del altar, cubierta por un mantel blanco. Un poco mas adelante y a la izquierda está la sede, una silla de madera recubierta con mármol, con un cojín a rayas. Al otro lado, a la derecha, está el ambón, una base de mármol blanco con una incrustación verde, coronado por una estructura del mismo color, en forma de libro, donde se lee la misa.

Al dar la vuelta para salir de a iglesia, desde el altar se aprecia la verdadera magnitud de este templo. Las columnas y arcos gótico-barrocos, los arabescos de las imágenes y el uso del color oro recuerdan la arquitectura de la época de Rembrandt, al igual que la poca luz que ilumina el templo de los dominicanos, reflejo de la tradición gótico-barroca y de la fe de los habitantes del municipio.

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